La muerte es un tema que a menudo nos incomoda y provoca dolor, especialmente cuando se trata de una muerte súbita, antinatural y elegida a causa de un profundo sufrimiento, como es el caso del suicidio, un verdadero tabú dentro de un tabú.
La situación se hace aún más devastadora cuando la persona que ha tomado la decisión de tomarse la vida, se encuentra en una etapa vital prematura como puede ser la adolescencia o la juventud. Desgraciadamente, el suicidio es la principal causa de muerte entre niños y adolescentes, representando un problema de salud pública que evidencia el empeoramiento de la salud mental en esta franja de edad. Por tanto, es fundamental abordar este tema con responsabilidad y centrarnos en la prevención y las redes de apoyo.
Más allá de los datos estadísticos, que son fácilmente accesibles, es necesario centrarnos en las herramientas y formas de hacer frente al malestar para evitar las conductas autolíticas. Hasta ahora, la atención se ha dirigido principalmente hacia el individuo y su familia, que a menudo deben soportar el estigma y la vergüenza asociados con la pérdida de un ser querido. Esta situación se ve agravada por una herencia cultural que considera que solo Dios tiene derecho a decidir sobre la vida y la muerte.
Hoy en día, disponemos de conocimientos suficientes para abordar el suicidio en la infancia y la adolescencia desde un enfoque psicosocial y comunitario. Es fundamental que familias, escuelas, servicios sanitarios y la sociedad en general nos comprometemos conjuntamente por prevenir este fenómeno.
En Cataluña, la salud mental ha ido tomando importancia para las instituciones, como podemos constatar con el PLAPRESC (Plan de Prevención del Suicidio de Cataluña 2021-2025), que tiene el objetivo de reducir un 15% la mortalidad por suicidio y un 10% las tentativas. Las acciones previsets incluyen la formación de profesionales, campañas educativas, un mejor acceso a los servicios, y la creación de un sistema de registro único de conductas suicidas. Además, este plan promueve la colaboración entre los departamentos de Salud, Educación y Asuntos Sociales, integrando acciones en centros educativos, centros sanitarios y servicios sociales. Así, se busca una respuesta integral y coordinada frente a los retos que presenta la salud mental.
Identificar factores de riesgo y buscamos soporte
Para poder prevenir, es esencial identificar los factores de riesgo y los signos de alerta, entre los que se pueden incluir:
- Soledad
- Aislamiento social
- Malestar emocional y/o problemática de salud mental.
- Bajo rendimiento escolar
- Cambios repentinos de comportamiento o de estado de ánimo
- Situaciones de violencia física o verbal
- Bullying o ciberbullying
- Maltrato en el domicilio familiar
- Violencias sexuales
- Medicalización
- Consumo de drogas.
- Características propias del adolescente (crisis de identidad, seguir modas o tendencias, interés por experimentar, formar parte de grupos…).
- Vivir un evento vital estresante (separaciones, muertes, cambios de domicilio…)
- Pensamiento e ideaciones suicidas
- Tentativas y muertes por suicidio
- Autolesiones o conductas de riesgo
- Comentarios sobre querer morir, desaparecer o no despertarse.
Con esta casuística se pone de manifiesto la dimensión social y multifactorial del suicidio, lo que nos aleja de señalar como únicos responsables al individuo ya su familia. Sin embargo, como individuos, sí que podríamos preguntarnos en qué tipo de modelo de sociedad, queremos que se reflejen nuestras infancias y adolescencias. Y ciertamente, los jóvenes no lo tienen nada fácil si tienen que lidiar con un ritmo frenético, la hiperconexión digital, que, paradójicamente, a veces nos desconecta de nuestra humanidad. Sumando que también deben lidiar con la incertidumbre laboral, las desigualdades y violencias estructurales. Esta realidad nos recuerda la canción del grupo británico Sex Pistols, No Futur, que se convierte en un himno para la acción frente a una sociedad compleja que, pese a la inmediatez que promueve, se queda atrás en cuestiones de salud mental. Por tanto, es esencial seguir trabajando para fortalecer los factores de protección a todos los niveles y atender a las personas de manera integral, abarcando las dimensiones individual, familiar, social y comunitaria.

Qué podemos hacer para prevenir conductas suicidas
Así pues, la prevención debe ser una prioridad y cada vez es más relevante en la intervención que realizamos en los espacios de diálogo entre personas adultas y jóvenes. En este sentido, es crucial que todas tomamos partido y aprendamos a acompañar estado emocional de sufrimiento que pueden conducir a conductas autolíticas. Al mismo tiempo, no perdemos de vista los espacios de relación entre jóvenes, sus conversaciones en la red y la búsqueda que realizan en internet, así como las conversaciones con las herramientas de IA como ChatGPT, entre otras, que pueden ser, a veces, peligrosas. Algunas estrategias de prevención, recursos y buenas prácticas serían:

1) Detección precoz
Ya hemos enumerado algunos factores de riesgo, ya que la mayoría de los suicidios no aparecen de forma repentina, así que algunas acciones preventivas a tener en cuenta serían:
- Formación al profesorado, familias y personal sanitario para identificar signos.
- Cribado en escuelas y centros de salud mental.
2) Intervenciones psicoeducativas en escuelas
Niños, adolescentes y jóvenes pasan gran parte de su tiempo en escuelas e institutos, por tanto, no se puede obviar la influencia que tienen en la promoción del bienestar emocional:
- Programas como #TrioLaVida en colaboración con salud mental han impactado en miles de alumnas y familias.
- Talleres sobre gestión emocional, resolución de conflictos y prevención del estigma.
- Grupo de soporte entre iguales.
3) Líneas de ayuda y servicios de apoyo
Canales confidenciales y gratuitos donde niños y adolescentes pueden pedir ayuda:
- 061 Salut Respon (Tabla de Prevención del Suicidio): disponible 24h.
- Fundación Ir (900 202 010): especializada en menores de edad.
- Obro Feel (WhatsApp): servicio confidencial de chat con psicólogos, en pruebas desde 2024.
- Línea 024 (Ministerio de Sanidad): ayuda a la ideación suicida.
4) Acceso a los servicios de salud mental
La reducción de las listas de espera y la rápida detección son fundamentales.
- Refuerzo del CSMIJ (Centros de Salud Mental Infantil y Juvenil) con más equipos y psicólogos.
- Intervenciones integradas desde la atención primaria (Pediatría).
- Plan piloto de prescripción social para adolescencias (actividades extraescolares, deportivas o artísticas).
5) Formación de familias y comunidad
La prevención comienza en casa y la mejor manera de hacerlo es hablar de ello:
- Guías para familias sobre cómo hablar del suicidio, escuchar sin juzgar y cómo actuar ante conductas de alarma.
- Campañas institucionales para romper el estigma y promover el diálogo abierto (ej.: "No lo dejes caer en el pozo del suicidio").
- Grupos de apoyo a familias, donde uno o una joven ha expresado ideaciones suicidas o que han hecho tentativas.
La prevención del suicidio en infancias y adolescencias requiere una acción colectiva y sostenida: familias, escuelas, servicios sanitarios, todas debemos contribuir a crear espacios seguros para la expresión emocional, validar el sufrimiento de los jóvenes y eliminar el estigma asociado a la salud mental. Solo así podremos construir una sociedad más empática y solidaria, en la que nuestros jóvenes se sientan seguros y valorados.
6) Atención especializada
Si necesitas soporte profesional, busca ayuda. En Suara disponemos del espacio terapéutico, un servicio psicológico especializado en la infancia y familias. Con un abordaje integrador y social que da asistencia psicológica a la persona tanto de forma preventiva como reparadora.
M. Carmen Alcántara Puig
Traumaterapeuta en CA Terres de l'Ebre